Juan Luis Beltrán. Vinos y Viñedos Hoyanko.
D.O.P. Cebreros
Vino de España
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Juan Luis Beltrán es un viticultor del Hoyo de Pinares (Ávila) que elabora vinos bajo la marca Hoyanko, dentro de la Denominación de Origen Protegida Cebreros. Una visita a sus viñedos casi centenarios de Garnacha, en las proximidades de la Sierra de Gredos, nos permite conocer un poco más sobre unos vinos en los que la fruta, la altitud, el viento y el suelo de granito comparten protagonismo.
No hay dos cosechas iguales en los viñedos de Juan Luis Beltrán. Hace unos años, de hecho, no siempre había cosecha, o, mejor dicho, no siempre se llegaba a la vendimia con las uvas maduras. Pero el cambio climático lo ha trastocado todo, y las parcelas con más elevación, las que nadie quería, son las que ahora busca todo el mundo.
Hablamos de viñedos de Garnacha, de espectaculares cepas viejas que emergen entre enormes rocas de granito en un suelo de arena y piedras de diversos tamaños, un paisaje irreal de majestuosas cepas plantadas, en su mayoría, entre 1925 y 1960.
Estamos en torno a los 1.000 metros de altitud, en la ladera sur de uno de los montes que convierten al Hoyo de Pinares precisamente en eso, en un enorme hoyo rodeado de pinos piñoneros, y que por extensión hace que sus habitantes sean conocidos como hoyancos. Así fue como dio Juan Luis con el nombre de sus vinos, cambiando simplemente la ‘c’ por una ‘k’.
No hay dos cosechas iguales en los viñedos de Juan Luis Beltrán. Hace unos años, de hecho, no siempre había cosecha, o, mejor dicho, no siempre se llegaba a la vendimia con las uvas maduras. Pero el cambio climático lo ha trastocado todo, y las parcelas con más elevación, las que nadie quería, son las que ahora busca todo el mundo.
Hablamos de viñedos de Garnacha, de espectaculares cepas viejas que emergen entre enormes rocas de granito en un suelo de arena y piedras de diversos tamaños, un paisaje irreal de majestuosas cepas plantadas, en su mayoría, entre 1925 y 1960.
Estamos en torno a los 1.000 metros de altitud, en la ladera sur de uno de los montes que convierten al Hoyo de Pinares precisamente en eso, en un enorme hoyo rodeado de pinos piñoneros, y que por extensión hace que sus habitantes sean conocidos como hoyancos. Así fue como dio Juan Luis con el nombre de sus vinos, cambiando simplemente la ‘c’ por una ‘k’.